La espina
Cuando despertaba solía mover toda la espina, tensionaba hasta casi quebrarse, decía que ignoraba la mejora real de los músculos, pero que creía que al aplicar tanta tensión, cualquier cosa que sintiera después sería un descanso.
María, su nombre. Solía caminar ridículamente por la calle con el vestido de fiesta negro. Lo había cortado hasta las rodillas, los hilos caían a los tobillos. "de lo más lindo se ve". Sonreía. Salir con ella era toda una odisea, había que pensar como llegar al destino de la forma más impredecible. Varias noches llegaba a mi casa con los ojos ahogados, decía que no había podido llegar a tal o cual exposición, película, baile, misa (?!) etc., porque no encontró ninguna forma impredecible de hacerlo. La agobiaba el concepto de personalidad. "encasilla a las personas, las hace predecibles".
Seguro que no podría decir nada predecible de ella, excepto que quería ser impredecible y que además roncaba cada vez que ingería licor. Las raras ocasiones que despertaba y aún estaba quieta, dormida a mi lado, llevaba el brazo debajo de la almohada, el puño cerrado. Su respiración, los cabellos desordenados... -suspira aliviado [recordarla es diferente]...¦ vivirla casi le rompe la espina--